
Koldo Royo recupera los sabores de la abuela con su ‘bocatín del Tito’, la tapa que hará gira por los festivales del verano

El chef vasco rinde homenaje a la cocina popular con una receta de carne de conejo que conecta tradición y modernidad.
En un tiempo en que las prisas se han llevado por delante muchos sabores de la infancia, aún hay quien se empeña en mirar al fogón con respeto. El chef Koldo Royo, que sabe bien lo que es mezclar memoria y creatividad, ha preparado tres nuevas tapas inspiradas en la cocina de nuestras abuelas. Entre ellas, una ha conquistado por su sencillez y su hondura: el bocatín del Tito, un bocado de carne de conejo, queso español y pimiento. Así, sin florituras. Como se ha hecho siempre.
Esta pequeña delicia ha sido elegida para encabezar una campaña singular, Abuelos Influencers, que busca reivindicar lo que muchos ya damos por perdido: el valor de la cocina tradicional, del producto local, del campo cuidado y del sabor de siempre. La iniciativa, impulsada por INTERCUN con apoyo de la Unión Europea, parte de una evidencia dolorosa: en España cada vez se cocina y se consume menos carne de conejo. Y, con ello, se pierde parte de nuestra cultura gastronómica.
Por eso, el ‘bocatín del Tito’ no se quedará en la cocina de Royo. Este verano viajará por todo el país subido a una caravana —literalmente— que recorrerá festivales y encuentros juveniles, llevando en formato take-away lo que antes se comía en los patios, en las casas de campo, en domingos con mantel de cuadros.
Junto a esta tapa, el chef ha ideado otras dos propuestas igual de valientes: una tartaleta de carne de conejo con piña y un montadito mar y montaña con carne escabechada. Sabores de siempre con un toque inesperado, pensados no para sofisticar lo popular, sino para darle aire nuevo.
“Consumir carne de conejo es cuidar nuestro recetario y a la vez nuestro campo”, resume Iván Alcalá, presidente de INTERCUN. Y no le falta razón: esta carne, humilde pero noble, es ligera, rica en proteínas, criada en Europa bajo condiciones sostenibles y con profundo arraigo en nuestros platos más íntimos. No hay fiesta sin cocina, ni raíz sin mesa compartida.
En tiempos donde lo folclórico y lo culinario se abrazan para resistir la marea de lo efímero, propuestas como la de Royo no son una moda, sino una forma de compromiso. Porque no se trata solo de recuperar ingredientes, sino de recuperar una forma de estar en el mundo: más lenta, más sabia, más nuestra.