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¿Tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla? La guerra que divide a España (y a tu familia)

¿Tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla? La guerra que divide a España (y a tu familia)

Vale, vamos a hablar claro y sin pelos en la lengua: la tortilla de patatas es sagrada en España. Pero antes de entrar en el meollo del asunto, vamos a ponerle un poco de historia porque esto no es solo un plato cualquiera.

La tortilla española tiene raíces profundas, y aunque su origen exacto es un misterio con más versiones que un reality, parece que Andalucía es la cuna más probable de este manjar 100 % español. Resulta que la patata llegó a España en el siglo XVII, a través del puerto de Sevilla, pero al principio nadie la quería para comerla —se usaba para alimentar animales— hasta que se comprobó que era un alimento barato y energético para tiempos de carestía y hambruna.

Así que la tortilla de patatas nació en un contexto de necesidad, pero se convirtió en un emblema de la gastronomía española, probablemente en regiones donde el aceite de oliva era rey: Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Antes de la patata, nuestros antepasados cocinaban tortillas con una raíz asiática mucho más sosilla llamada colocasia esculenta. Vamos, que la patata llegó para petarlo y dejar a la competencia en la sombra.

Pero vamos al lío que nos interesa: la cebolla, ¿sí o no?

El dato que te deja KO: la cebolla gana por goleada

Según el CIS —ese que se pone serio y no bromea— un 71,8% de españoles quiere cebolla en su tortilla. Solo un 21,3% se atreve a pedirla sin. Y para que veas que esto no es cosa de unos cuantos, Just Eat confirma que el 71% de los españoles prefiere la tortilla cebollera.

Chefs, los reyes del «con o sin»

Aquí está la madre del cordero. Dabiz Muñoz compara la cebolla con ese amigo pesado que se come todo el protagonismo y defiende la tortilla sin cebolla como la reina. Pero Joan Roca o Begoña Rodrigo se tiran de cabeza por la cebolla, porque dicen que sin ella la tortilla queda seca y sin alma.

Dani García también es de los que prefieren sin cebolla para no perder el sabor clásico de la patata y el huevo. Mientras que Alberto Chicote apuesta por la cebolla porque “cada bocado tiene más jugosidad y alma”.

¿Y en tu barrio? Las preferencias regionales

La tortilla de patatas es tan española como la paella, pero no en todas partes se pone cebolla igual de fácil.

  • En Madrid y Valladolid, la tortilla con cebolla es la más pedida a domicilio. Allí, la cebolla es casi un requisito.

  • En Galicia, en cambio, el 57,4% prefiere la tortilla sin cebolla, apostando por ese sabor más puro y sencillo de patata y huevo.

¿Poco hecha o como una piedra?

No todo es cebolla o no cebolla. También está el eterno debate de la cocción. Más de la mitad prefieren la tortilla poco hecha, jugosa y tierna, mientras que otros la quieren bien hecha, sin miedo a que se convierta en una roca comestible.

La clave que pocos cuentan: ¿cuántos huevos y cuánta patata?

Aquí es donde se pone serio el asunto, y donde la tortilla pasa de plato sencillo a obra maestra. Porque la proporción entre huevos y patatas no es baladí, y varía según cómo te guste la tortilla.

  • La receta clásica lleva entre 4 y 6 huevos por kilo de patatas. Si haces tortilla para 4 personas, con unos 600-700 gramos de patata, con 4-5 huevos vas que chutas.

  • ¿Quieres una tortilla más jugosa y poco hecha? Mete más huevos, entre 5 y 6 para 700-800 gramos de patata. Así el huevo manda más y la tortilla queda tierna, casi cremosa.

  • Si eres más de tortilla cuajada y sólida, baja un poco los huevos o cuaja más tiempo, pero la proporción se mantiene igual.

  • Cuando la tortilla lleva cebolla, que aporta jugo y dulzura, puedes permitirte usar un poco menos de huevo, porque la cebolla hace el trabajo de aportar humedad.

Así que si alguien te dice “la tortilla es solo patata y huevo, no hay ciencia”, ya sabes que miente. Esto es física cuántica en sartén, y la proporción es el secreto de los cracks.

¿Y qué saco yo de todo esto?

Que, igual que en la vida, en la tortilla no hay verdades absolutas. Puedes ser del club cebolla, del bando sin cebolla, del equipo poco hecha o del escuadrón bien hecha. Y ninguno va a convencer al otro, porque la tortilla es un arte y, sobre todo, un terreno de guerra culinaria donde todos llevamos razón… y hambre.

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