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España canta en discos cubanos

España canta en discos cubanos

La Habana, Cuba, 20 de marzo de 1861. Faltaban escasas horas para el concierto final, en la escena del Teatro de Variedades. Se despedía una cantante y pianista a quien la historia —tal vez injustamente— consigna sólo como «señorita D’Herbill». 

Sus admiradores estaban ansiosos de escuchar sus interpretaciones, siquiera por última vez. Los más entusiastas hicieron llegar a la artista sus deseos de que se incluyera en el recital La paloma, original de Sebastián de Iradier y Salaverri, compositor nacido en Lanciego, actual municipio de la provincia de Álava, en el País Vasco. En París, su editor musical le sugirió cambiar la inicial de su apellido. Y así, se le recuerda como Yradier. 

Como ave mensajera al fin, La paloma cruzó el océano y su fama no creyó en fronteras. Se atribuye al músico poeta mexicano Agustín Lara este pasaje: «En una esquina, unos niños a coro haciéndole segunda a una marimba destartalada, cantaban: La Paloma y el público les solicitaba que repitieran una y otra vez la canción de Sebastián Yradier: ‘Cuando salí de La Habana ¡válgame Dios!’» (León Sánchez 2001: 31). 

¿Comenzó, con La paloma, el vínculo musical entre la metrópoli española y la fidelísima Cuba? Otros historiadores, mucho más informados, pudieran confirmarlo. Lo cierto es que muchos artistas hispanos, además de actuar ante el público, tuvieron oportunidad de plasmar su música en la discografía cubana. Gracias a los discos, descendientes directos de los cilindros de gramófono, invito a que sigamos sus huellas…

 

EL CATÁLOGO DE ESPAÑA EN CUBA

Mi entrada a la radio, hace más de medio siglo, se oficializó —sin vínculo contractual alguno— en una pequeña, pero muy escuchada emisora de La Habana. A propósito, uno de sus programas con discos era Cantares de España, al aire cada mañana por treinta minutos. 

Como todo el que comienza, pasé por un período de adiestramiento. Consistía en pasar horas en el diminuto local de su archivo de música, elaborando una suerte de inventario: registrar todos los discos de 78 revoluciones por minuto, número de catálogo, título, género, autor e intérprete. Lo que para otros pudiera parecer tedioso, resultó un importantísimo ejercicio de formación. En cada jornada descubría, desde mi inexperiencia de veinte años de edad, verdaderas joyas del disco. Al terminar cada sesión, entregaba las listas. No supe después cuál fue su destino. Pero esa faena me abrió las puertas al apasionante mundo discográfico, que, muchos años después, se convirtió en principal línea de investigación. 

Un repaso a la Enciclopedia discográfica de la música cubana, del imprescindible investigador y coleccionista Cristóbal Díaz Ayala, me permitió reunir, en una primera mirada, cerca de trescientas cincuenta grabaciones comerciales efectuadas en Cuba por músicos españoles, entre 1925 y 1970, durante un período de casi cincuenta años. Solistas, grupos y orquestas, de paso por la Isla o radicados en ella, firmaron contratos con empresas del disco, interesadas en su repertorio.

 

AMALIA MOLINA Y MERCEDES SERÓS

Los dos primeros registros de esta lista, que sepamos, no fueron grabaciones hechas en La Habana. Sin embargo, sus títulos evocan la Isla: Cuba querida, del gran compositor cubano Eliseo Grenet, y el cuplé Camagüeyana, de varios autores no totalmente precisados.

En 1926, la cantante española Amalia Molina grabó Cuba querida para discos Columbia (número de catálogo Co 2987x). Con apenas quince años de edad, la joven debutó en el teatro Martí de La Habana. Después, en 1927, arrebató al público en Nueva York y, en noviembre de ese año, volvió a Cuba y actuó en la escena del teatro Actualidades. De ello da fe la entrevista concertada con ella por Roger de Lauria, el casi desconocido autor de algunos versos de la famosa canción Quiéreme mucho, cuyo texto completó Agustín Rodríguez, con música del maestro Gonzalo Roig.

En el diálogo, Amalia recordaba su niñez, cuando comenzó a cantar coplas flamencas. «Alma de la musa andaluza» la llama el periodista: «Hizo del cante jondo un arte». En otra parte de su crónica, el autor revela: «cuando a Ignacio Zuloaga se le pidió de América que enviase a la artista que mejor interpretase el alma de España, el gran pintor, sin vacilaciones de ningún género, señaló a Amalia Molina… ‘Ella es —dijo Zuloaga— lo que ustedes desean: ‘El alma de España’…» (Lauria 1927: 9). 

 

Su vínculo con Cuba se mantuvo por años. Otra temporada de éxitos la desarrolló Amalia en 1938. Luego, embarcó desde La Habana, en el vapor Cuba, hacia San Juan, capital de Puerto Rico, donde haría su debut el 25 de diciembre de 1938 (El Mundo 1938:7). La estancia artística de la «exquisita cancionista y tonadillera» española en Borinquen se extendió hasta los primeros meses del siguiente año. Para el 5 de marzo de 1939, se anunció una función en su homenaje en el teatro Tapia, antiguo Teatro Municipal. (El Mundo 1939: 4). 

Fue Mercedes Serós quien grabó en España para discos el citado cuplé Camagüeyana (Víctor 79333). No he encontrado referencias a su carrera artística, pero una edición de la revista Puerto Rico Ilustrado la menciona en una crónica acerca de la presentación, en la ciudad de Nueva York, de la parodista e imitadora estadounidense Elsie Janis. Al valorar sus espléndidas imitaciones de Raquel Meller cantando La violetera, el comentarista Pedro Caballero escribió: «¡Qué lástima que Pastora Imperio, Mercedes Serós o Salud Ruiz no vengan a pasear su gracia por los proscenios de Broadway…!» (Caballero 1927: 56). 

Con fecha del 13 de septiembre de 1929, los archivos anotan cuatro grabaciones efectuadas en La Habana por el sello Melatone al vocalista español Eusebio Corzo, con la Orquesta de Jesús Ventura: Molinos de viento, Los cadetes de la Reina, La montería y Benamor, canción de Juan León. Del cantante no encontré información alguna. 

 

ANGELILLO Y LA MILONGA DE BARROSO

Después de constituirse como el padre de los cantantes de son en Cuba, y de un retiro luego de muchos años en la música, el veterano Abelardo Barroso buscaba una oportunidad para grabar. Corría el año 1956 y habían pasado más de dos decenios desde su éxito en España con el Septeto Nacional que dirigía el gran contrabajista y compositor cubano de sones y rumbas Ignacio Piñeiro.

Junto a una de las mesas de un concurrido cabaret habanero, se conocieron Barroso y Rolando Valdés, el director de la Orquesta Sensación, dedicada, entre otros géneros, a la interpretación del naciente y popularísimo chachachá. Hizo las presentaciones Jesús Gorís, presidente de la casa disquera cubana Puchito, donde estaba contratada la agrupación. El cantante pidió a Valdés le permitiera grabar con su orquesta «un bolerito». Rolando pensó enseguida: «¿Un bolerito? ¿Con esa edad? No va a pasar na’» y, como respuesta, le sugirió grabar, en forma de chachachá, sus viejos sones de los años 1920: «Y le puse ‘Esta es… la milonga… de Barroso en chachachá’ para que cantara La hija de Juan Simón» (Galiño 2012). El disco donde se escucha esa grabación no identifica al autor y, en la etiqueta, se lee: “Derechos reservados”. Fue tal el éxito que fue merecedor del Disco de Oro por récord de ventas. 

 

 

Quizás, muchos bailadores de la época, mientras disfrutaban del canto de Barroso con flauta, violines y piano de la Orquesta Sensación, no recordaran al intérprete español que, tiempo atrás, había popularizado la melodía original….

Marzo de 1940. Ante la vidriera de un café, un hombre menudo, piropeador, y por ende pícaro y sonriente, escogía, entre muchas postales con fotografías turísticas de La Habana, las que enviaría a amigos y admiradores de todas partes. Así lo encontraron un popular periodista habanero, conocido como Don Galaor, y su fotógrafo. El personaje era Angelillo, entonces en una segunda temporada artística en Cuba. 

Había nacido en Madrid, aunque su impactante modo de interpretar el canto flamenco sugiriera al asombrado redactor de prensa que era de Andalucía. Sucedió que, cuando tenía apenas siete años de edad, los padres de Angelillo lo mudaron a Jerez de la Frontera: «Ahí fue donde me entró el bichito del cante flamenco» (Don Galaor 1940: 44). Su padrino y, a la vez, tío, pretendía que el niño se convirtiera en un torero famoso. Ni hablar del canto. Pero, de manera totalmente casual, Ángel —su nombre verdadero— fue con un amigo a presenciar un concurso de canto flamenco, con premio nada despreciable de cincuenta pesos. 

A medida que salían los aspirantes, el amigo le decía a Ángel: «Tú lo haces mejor…». Una y otra vez, la misma frase con cada aficionado. Y un señor en asiento cercano, al escucharla, volteaba a mirar. De pronto, salió a escena un aficionado que ese señor conocía: «Tú lo haces mejor que ese…». El hombre, molesto, pregunta y el joven señala a Ángel: «¡Pues ahora mismo va a demostrarlo allá abajo en el escenario!». De nada valieron las protestas. Casi a la fuerza lo obligan a cantar… «¡Na!, que me arrearon el premio de cincuenta pesetas» (Don Galaor 1940: 52). Dos semanas después, le proponen cantar en un teatro con el Cojo de Málaga, según Angelillo, «la figura cumbre del cante flamenco en aquellos tiempos». Aceptó, pago mediante de veinticinco pesetas diarias.

Cantando desde los dieciséis años, en 1930 inició una estancia de dos años en Buenos Aires, Argentina, como parte de la compañía La Copla Andaluza. Y, tras el servicio militar, viajes a Cuba (por primera vez), México y la América Central. A los veintiséis, lo convocaron para actuar en la que fue su primera película, titulada El negro que tenía el alma blanca, estrenada en España el 15 de noviembre de 1934, con Antoñita Colomé, José María Linares Rivas y el cubano Marino Barreto en los papeles principales. Nacido en La Habana en 1907, Barreto era pianista y director de orquesta, con la cual difundió la música cubana en España por los años 30 (Hernández Pavón 2023: 41). 

La acogida que recibió la cinta llevó a Angelillo a protagonizar, en 1935, La hija de Juan Simón, junto a Pilar Muñoz, Carmen Amaya y Manuel Arbó. Fue su gran triunfo. La banda sonora de la película se compone de piezas musicales escritas por Daniel Montorio. Dos de ellas, precisamente, guardan relación, directa e indirectamente, con Cuba: Los negritos son de Cuba y el tema principal del filme: La hija de Juan Simón.

Durante su segunda visita a La Habana, Angelillo fue presentado en Radio Cadena Suaritos y se convirtió en un ídolo con sus actuaciones en el teatro Payret (Don Galaor 1940: 52). Y en esa temporada cubana, el sello disquero Victor lo contrató para efectuar grabaciones destinadas a la edición de discos comerciales. 

La casa Victor dependía de frecuentes viajes a La Habana de sus técnicos de sonido para grabar a artistas cubanos: músicos y también actores, preferentemente las figuras descollantes en las obras costumbristas puestas en la escena del popularísimo teatro Alhambra. Otra vía para ello era la contratación directa para programas fonográficos en las propias instalaciones de Victor en los Estados Unidos. En 1938, la firma disquera estableció convenios con la emisora habanera CMQ: le vendió el equipamiento necesario para mejorar su labor radial y, a la vez, servir de estudio a fin de grabar matrices para editarlas en discos (Duquesne 1938: 52). De tal modo, en 1940, Angelillo efectuó cuatro sesiones fonográficas en los estudios de CMQ, situados entonces en la esquina de las calles de Monte y Prado, cerca del Capitolio Nacional.

De acuerdo con la codificación de las matrices obtenidas (CU 427 a 430), Angelillo grabó en el primer programa para discos, en este orden, el pasodoble Guitarra criolla, la zambra Samaritana, la canción Gitanos y otra zambra, ésta bajo el título de Mi mare primero y con el respaldo de una orquesta de estudio, dirigida por el maestro cubano Roberto Ondina. Luego aparecen otras dos matrices (CU 433 y 434): Tierra de olvido, canción campera, y Estrella del alba, ambas con acompañamiento orquestal. Todas estas matrices fueron editadas en la sede de la Victor en los EE. UU., el 10 de mayo de 1940.

Tres días más tarde, el 13 de mayo, se procedió a editar otras cuatro matrices registradas en la CMQ de La Habana (CU 437 a 440). Para ello, Angelillo contó con el acompañamiento a la guitarra del Niño Posadas. Las obras fueron compuestas por el propio intérprete y abarcan un variado espectro de géneros musicales: En er pelo coloca’o, clasificada como colombianas; la milonga Qué mala estrella la mía; la serenata gitana Delante de mi mare, y el fandanguillo En er pongo mi corazón. Las dos selecciones finales para los mencionados programas de grabación fueron Remolinos (canción flamenca) y la canción Gitana. Para la ocasión, Angelillo fue respaldado por el pianista Santos Menéndez.

De todo este trabajo fonográfico de Angelillo resultaron seis discos Victor de 78 revoluciones por minuto. Solamente cuatro de estos títulos figuran en un disco Lp que ha sido imposible localizar. No hallé referencias a alguna reedición en formatos digitales. 

LOS AÑOS 1940…

La irrupción de Ángel Sampedro Angelillo en las facilidades para grabación recién creadas en La Habana fue, tan solo, el comienzo.

Numerosas Sociedades de Instrucción y Recreo, así como otras asociaciones, celebraban fiestas bailables, en las cuales, además de los ritmos cubanos (son, guaracha, bolero, conga, rumba…), se escuchaba la auténtica música de la Península, ejecutada por grupos organizados en la Isla, integrados y dirigidos por músicos españoles.

Por otra parte, la radio —después, la televisión— y la vida nocturna habanera, centrada en clubes y cabarets, presentaron a solistas, grupos y orquestas, contratados directamente en España para actuar en Cuba. La empresa Victor y la naciente empresa cubana de los Discos Panart vieron en ellos excelentes exponentes para ser sumados al mercado discográfico cubano. 

 

Chavales, Churumbeles, Bocheros, Los Xeys… en mayor o menor medida, dejarán impresos los aires musicales de la Madre Patria, durante los años que siguen.

Esa… será otra historia.

Aquí puedes ampliar
  • Las publicaciones periódicas referidas aquí están disponibles en el sitio Biblioteca Digital del Caribe. Recomiendo el uso de la “Búsqueda Avanzada”: https://dloc.com/es/search/
  •  Caballero, Pedro: «Artistas americanas: Elsie Janis», Puerto Rico ilustrado, 897 (1927), p. 56. 
  • Mediante esta singular compilación, pueden localizarse todas las grabaciones efectuadas por artistas españoles. De esa amplia colección, donde se incluyen además sus registros sonoros de música cubana grabados en otros países, conformamos la relación de matrices obtenidas en estudios de La Habana, Cuba. Es una obra de imprescindible consulta: 
  • Díaz Ayala, Cristóbal: Enciclopedia discográfica de la música cubana, Volumen 2 (1925-1960) [en línea]: Florida International University, Miami, http://latinpop.fiu.edu. [Consulta: 4 de abril de 2025].
  •  Don Galaor (seud. de Germinal Barral): «Angelillo», Bohemia, 13 (1940), págs. 43-45, 52.
  •  Duquesne, Armando: «Perfiles de un hombre y de una empresa», Bohemia, 27 (1938), págs. 24, 25, 49, 52, 53.
  •  Filmaffinity, España [en línea]: La hija de Juan Simón. Drama musical cinematográfico. España, 1934,  https://www.filmaffinity.com/es/film452921.html [Consulta: 12 de abril de 2025].
  •  El documental de referencia está dedicado al cantante cubano Abelardo Barroso. Entre otros pasajes de su vida, se narra su encuentro con Rolando Valdés, director de la Orquesta Sensación:
  • Galiño, José: No quisiera que me olvidaran. Documental. La Habana, 2012, https://endac.org/encyclopedia/category/documental/ [Consulta: 21 de abril de 2025]. 
  • Hernández Pavón, Zenovio, Diccionario biográfico musical. Compositores cubanos: 1902-2022, Miami: UnosOtrosEdciones, 2023.
  •  «Hoy llega Amalia Molina a San Juan», El Mundo, 8052 (1938), pág. 7.
  •  «Homenaje a Amalia Molina en el teatro Tapia», El Mundo, 8150 (1939), pág. 4.
  •  IMDb: El negro que tenía el alma blanca. Drama musical cinematográfico. España, 1934, https://www.imdb.com/es/title/tt0219944/?ref_=mv_desc [Consulta: 12 de abril de 2025].
  • _____: La hija de Juan SImón. Drama musical cinematográfico. España, 1935, https://www.imdb.com/es/title/tt0026471/soundtrack/?ref_=tt_dyk_snd [Consulta: 12 de abril de 2025].
  • Lapique Becali, Zoila, Cuba colonial, Música, compositores e intérpretes 1570-1902, La Habana: Boloña, Letras Cubanas, 2008.
  • Lauria, Roger de, «El decir de las estrellas. Amalia Molina ‘El Alma de España’», Bohemia, 45 (1927), págs. 9-58.
  • Esta es una novela de ficción, donde se narran, en primera persona, anécdotas relacionadas con el gran compositor mexicano Agustín Lara: 
  • León Sánchez, José, ¡Mujer… aún la noche es joven!, Huesca: La Buganville, S. L., 2001.

Sobre el Autor

Gaspar Marrero

Gaspar Marrero (La Habana, 1952). Investigador musical y radiodifusor. Escritor, productor, director y locutor en radio desde 1973. A partir de su labor radial, devino investigador musical. Artista de Mérito de la Radio Cubana (2023). Colabora en emisoras de México, Perú, Colombia y Cuba, Autor de varios libros dedicados a la música y los músicos cubanos.

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