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SABÍAS QUE… Articles

Las diosas del mantón: 6 bailaoras que convirtieron un trozo de seda en puro fuego

Cuando ves un mantón de Manila, seguro piensas: “¡Qué bordados, qué flecos, qué cosa bonita…” Pues para estas siete artistas, el mantón no era un simple adorno ni un capricho de feria. Era un arma secreta, un compañero de batalla, una extensión del alma que usaban para prender fuego al escenario. Ellas no llevaban el mantón colgado, lo hacían volar, girar, latir, como si tuviesen magia en las manos. Prepárate porque estas diosas del flamenco te van a enseñar que el mantón es mucho más que seda y flores. Aunque muchas de estas leyendas nacieron o se formaron en la escuela sevillana —la cuna del arte, la elegancia y el duende— el mantón no conoce fronteras. Desde Sevilla a Madrid o Málaga, cada bailaora le imprimió su estilo y personalidad únicos, demostrando que el mantón es un lenguaje universal del flamenco. La Macarrona (1879–1956) Juana Vargas era su nombre, pero todo el mundo la llamaba La Macarrona, un apodo con tanta fuerza que parece inventado para el arte. Aunque no tenga nada que ver con Nápoles ni con la pasta, su leyenda es muy real. Fue una de las primeras grandes figuras del flamenco en usar el mantón de Manila sobre el escenario con carácter, con raíz, y con una presencia que imponía sin decir una sola palabra. Su fama traspasó fronteras, y su nombre quedó grabado en la historia del baile como una pionera que supo hacer del mantón algo más que un complemento. Empezó en los cafés cantantes de Sevilla a finales del siglo XIX, y acabó bailando delante del zar de Rusia y el sha de...

7 cosas que no sabías sobre el mantón de Manila (y por qué vale más que tu abrigo de marca)

Si alguna vez has estado en España, seguramente te has cruzado con un mantón de Manila. Esos mantones grandes, con bordados coloridos y flecos que parecen no tener fin. Pero, ¿qué sabes realmente sobre ellos? ¿De dónde vienen? ¿Por qué valen una fortuna y no son solo un capricho más? Si pensabas que solo eran un complemento folclórico más, prepárate para descubrir siete datos que te harán verlos con otros ojos. 1. No nacieron en España ni en Manila El nombre puede confundir. Se llaman mantones de Manila porque los barcos que los traían desde Asia hacían parada en esa ciudad filipina. Pero no, los mantones no se inventaron allí, ni mucho menos. Su origen real está en China, en la dinastía Shang, hace más de 3000 años. Allí ya bordaban seda con dibujos complejos, pero no era parte de su vestimenta tradicional. Fue en España donde este textil empezó a cobrar identidad y alma. 2. Manila fue solo la escala de un viaje milenario Aunque parezca la protagonista, Manila no bordó ni un solo hilo. Fue simplemente la primera parada en una ruta mucho más larga y antigua. Cuando los españoles fundaron su colonia en 1571, abrieron la puerta a los comerciantes chinos, que llegaban cargados de maravillas: colchas bordadas, sedas hiladas, tapices cuadrados... productos cotidianos en la élite china, pero exóticos en Europa. Desde allí empezó el trasiego de mantones hacia la península, primero con escala por América y después, a partir del siglo XVIII, directo a Sevilla bordeando África. A lo largo del camino, el mantón se fue “españolizando”: perdió escenas budistas, ganó flores, y se...

¿Sabías que las jotas no son todas iguales y que algunas llevan más vueltas que una peonza?

Si piensas que la jota es solo dar zapatazos y gritar “¡arriba la Virgen del Pilar!” mientras suena una bandurria, te estás perdiendo el 90% del asunto. La jota, como el buen vino, tiene sus matices. No hay una, hay muchas. Y algunas tienen tanta historia y evolución encima que parecen diseñadas por un comité de folclore y emoción a partes iguales. Vamos al grano. Una jota es, en esencia, una pieza de baile. Se canta, se toca y se baila. Y si no hay orquesta, vale con una voz potente y una pandereta. Así se hacía en muchos pueblos: lo justo y necesario, pero con alma. La letra suele venir en forma de copla de cuatro versos octosílabos. A veces lleva estribillo y a veces no. A veces va por libre, y otras se enreda con melodías que parecen hechas para perderse en ellas. Ahora bien, aquí viene lo jugoso: hay ocho tipos de jotas, y no porque lo diga tu prima la que baila en el grupo del ayuntamiento, sino porque lo clasificó un señor que sabe un rato: Miguel Manzano. Aquí te los dejo, rapidito pero con cariño, del más simple al más sofisticado. A ver si reconoces cuál has escuchado tú: 1. Copla sola Lo más básico. Una voz, una copla y una pandereta dándolo todo. Se canta una estrofa, se acaba, y se repite con otro texto, pero con la misma música. Puro y sin aditivos. 2. Copla y muletilla Aquí la cosa se adorna un poquito. No llega a tener un estribillo completo, pero sí una coletilla melódica que remata la copla. Como...

Del caparazón al hueso: los instrumentos ancestrales que dieron ritmo a la historia

¿Sabías que hace miles de años, en Mesoamérica, no necesitaban de guitarras eléctricas ni baterías electrónicas? Porque tenían el ayotl. Y no, no era el nombre de una banda de rock, era un instrumento hecho con el caparazón de una tortuga. Los mayas y aztecas lo golpeaban con astas de venado o palos de madera durante ceremonias religiosas y danzas. Y no estamos hablando de una percusión cualquiera. Cada golpe, cada vibración, representaba la tierra, el sol y el alma de la tortuga. Imagina la fuerza de ese sonido resonando en las alturas. Una auténtica lección de música ancestral, no para tomársela a la ligera. En la Antigua Grecia, no te vayas a creer que Hermes solo era el dios de los mensajeros. Este tipo también inventó la chelys, una lira hecha con el caparazón de una tortuga. Y no, no le pidió permiso a los animales para usarlo. El caparazón se convertía en la caja de resonancia de la lira. Lo que comenzó como una simple invención de un dios, se transformó en una tradición que daba voz a mitos y canciones de todo un pueblo. Porque en aquellos tiempos, la música no era solo para entretener, era la conexión entre el ser humano y los dioses. Y sí, todo esto lo hacían con el caparazón de una tortuga. Y si piensas que eso es lo más antiguo, déjame hablarte de las flautas de hueso de grulla. Fueron descubiertas en Jiahu, China, y datan del 7000 a.C. No, no es un error de fecha. ¡Hace más de 9,000 años! Estas flautas fueron uno de los primeros instrumentos musicales...
Las diosas del mantón: 6 bailaoras que convirtieron un trozo de seda en puro fuego

Las diosas del mantón: 6 bailaoras que convirtieron un trozo de seda en puro fuego

Cuando ves un mantón de Manila, seguro piensas: “¡Qué bordados, qué flecos, qué cosa bonita…” Pues para estas siete artistas, el mantón no era un simple adorno ni un capricho de feria. Era un arma secreta, un compañero de batalla, una extensión del alma que usaban para prender fuego al escenario. Ellas no llevaban el mantón colgado, lo hacían volar, girar, latir, como si tuviesen magia en las manos. Prepárate porque estas diosas del flamenco te van a enseñar que el mantón es mucho más que seda y flores. Aunque muchas de estas leyendas nacieron o se formaron en la escuela sevillana —la cuna del arte, la elegancia y el duende— el mantón no conoce fronteras. Desde Sevilla a...

7 cosas que no sabías sobre el mantón de Manila (y por qué vale más que tu abrigo de marca)

7 cosas que no sabías sobre el mantón de Manila (y por qué vale más que tu abrigo de marca)

Si alguna vez has estado en España, seguramente te has cruzado con un mantón de Manila. Esos mantones grandes, con bordados coloridos y flecos que parecen no tener fin. Pero, ¿qué sabes realmente sobre ellos? ¿De dónde vienen? ¿Por qué valen una fortuna y no son solo un capricho más? Si pensabas que solo eran un complemento folclórico más, prepárate para descubrir siete datos que te harán verlos con otros ojos. 1. No nacieron en España ni en Manila El nombre puede confundir. Se llaman mantones de Manila porque los barcos que los traían desde Asia hacían parada en esa ciudad filipina. Pero no, los mantones no se inventaron allí, ni mucho menos. Su origen real está en China,...

¿Sabías que las jotas no son todas iguales y que algunas llevan más vueltas que una peonza?

¿Sabías que las jotas no son todas iguales y que algunas llevan más vueltas que una peonza?

Si piensas que la jota es solo dar zapatazos y gritar “¡arriba la Virgen del Pilar!” mientras suena una bandurria, te estás perdiendo el 90% del asunto. La jota, como el buen vino, tiene sus matices. No hay una, hay muchas. Y algunas tienen tanta historia y evolución encima que parecen diseñadas por un comité de folclore y emoción a partes iguales. Vamos al grano. Una jota es, en esencia, una pieza de baile. Se canta, se toca y se baila. Y si no hay orquesta, vale con una voz potente y una pandereta. Así se hacía en muchos pueblos: lo justo y necesario, pero con alma. La letra suele venir en forma de copla de cuatro versos octosílabos....

¿Sabías que hay danzas tradicionales que imitan el vuelo de los pájaros?

¿Sabías que hay danzas tradicionales que imitan el vuelo de los pájaros?

Mírate esto: un grupo de hombres disfrazados de aves, alas incluidas, bailando como si fueran a despegar del suelo. No, no es un videoclip surrealista. Es tradición. Y de las buenas. Barranquilla. Carnaval. Sudor, música y cuerpos que no paran quietos. Y en medio de todo eso, aparece “El Imperio de las Aves”. Una danza que, más que baile, es una coreografía salvaje de plumas, colores y memoria popular. ¿Y sabes qué? Empezó en los años 30, cuando dos amigos —Pedro Barreto y Pedro Berdugo— se inspiraron en los pájaros de su infancia para montar una danza que imitara su vuelo. Tal cual. Nada de complicarse la vida: observaron, se movieron, y crearon historia. Cada paso que dan es...

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¿Por qué la gastronomía hondureña es una mezcla de culturas?

¿Por qué la gastronomía hondureña es una mezcla de culturas?

¿Sabías que en Honduras no solo se come bien, sino que se comen historias? Sí, porque cada plato hondureño es una declaración de amor (y a veces de guerra) entre culturas que se mezclaron a fuego lento… y que hoy explotan de sabor en cada bocado. La cocina hondureña no salió de una receta mágica, sino de la fusión de tres mundos: la tradición indígena, la influencia africana y la cocina española. Los pueblos lencas ya andaban por ahí preparando tamales, tortillas de maíz y bebiendo pinol antes de que los conquistadores supieran siquiera freír un huevo. Luego vinieron los españoles con sus animales de corral, sus ganas de comerse todo y ese toque europeo que se mezcló con...

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¿Sabías que el primer disco de flamenco fue grabado en 1880?

¿Sabías que el primer disco de flamenco fue grabado en 1880?

¿O fue en 1880? ¿O 1897? Da igual. Porque lo que importa no es el año. Lo que importa es quién le puso voz al fuego. Y ese fue Antonio Pozo, El Mochuelo. Un chaval de 13 años que en lugar de jugar a la pelota estaba ya dejándole su alma a una máquina de estaño que apenas sabía repetirle el eco. Sí, una máquina que hablaba. O al menos lo intentaba. Un día de marzo de 1880, en un pequeño teatro de Murcia, sube este “gitanillo”, canta un par de coplas sobre el cilindro metálico del fonógrafo de Edison y, aunque la máquina se atranca en la primera, con la segunda lo consigue. Y así, sin saberlo, queda...

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¿Sabías que algunos insectos inspiraron instrumentos de percusión?

¿Sabías que algunos insectos inspiraron instrumentos de percusión?

Sí, has leído bien: bichos que suenan. Literalmente. En algunas culturas prehispánicas de América, ciertos escarabajos no solo caminaban o volaban: también hacían ruido. Y no uno cualquiera, no. Uno que parecía salido de un instrumento musical. ¿Y sabes qué pasó? Que los humanos tomaron nota. Y donde otros veían insectos molestos, ellos vieron ritmo. Estos escarabajos frotaban partes de su cuerpo produciendo sonidos parecidos a los de un güiro o unas maracas. Nada de baterías, ni tambores. Naturaleza en modo DJ. No, no los metían en una calabaza ni los sacudían como a unas maracas modernas. Pero su chillido seco y rítmico fue inspiración pura para crear instrumentos de percusión. Las maracas tradicionales, por cierto, se hacen con...

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