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DANZAS TRADICIONALES Articles

¿Sabías que las jotas no son todas iguales y que algunas llevan más vueltas que una peonza?

Si piensas que la jota es solo dar zapatazos y gritar “¡arriba la Virgen del Pilar!” mientras suena una bandurria, te estás perdiendo el 90% del asunto. La jota, como el buen vino, tiene sus matices. No hay una, hay muchas. Y algunas tienen tanta historia y evolución encima que parecen diseñadas por un comité de folclore y emoción a partes iguales. Vamos al grano. Una jota es, en esencia, una pieza de baile. Se canta, se toca y se baila. Y si no hay orquesta, vale con una voz potente y una pandereta. Así se hacía en muchos pueblos: lo justo y necesario, pero con alma. La letra suele venir en forma de copla de cuatro versos octosílabos. A veces lleva estribillo y a veces no. A veces va por libre, y otras se enreda con melodías que parecen hechas para perderse en ellas. Ahora bien, aquí viene lo jugoso: hay ocho tipos de jotas, y no porque lo diga tu prima la que baila en el grupo del ayuntamiento, sino porque lo clasificó un señor que sabe un rato: Miguel Manzano. Aquí te los dejo, rapidito pero con cariño, del más simple al más sofisticado. A ver si reconoces cuál has escuchado tú: 1. Copla sola Lo más básico. Una voz, una copla y una pandereta dándolo todo. Se canta una estrofa, se acaba, y se repite con otro texto, pero con la misma música. Puro y sin aditivos. 2. Copla y muletilla Aquí la cosa se adorna un poquito. No llega a tener un estribillo completo, pero sí una coletilla melódica que remata la copla. Como...

¿Sabías que hay danzas tradicionales que imitan el vuelo de los pájaros?

Mírate esto: un grupo de hombres disfrazados de aves, alas incluidas, bailando como si fueran a despegar del suelo. No, no es un videoclip surrealista. Es tradición. Y de las buenas. Barranquilla. Carnaval. Sudor, música y cuerpos que no paran quietos. Y en medio de todo eso, aparece “El Imperio de las Aves”. Una danza que, más que baile, es una coreografía salvaje de plumas, colores y memoria popular. ¿Y sabes qué? Empezó en los años 30, cuando dos amigos —Pedro Barreto y Pedro Berdugo— se inspiraron en los pájaros de su infancia para montar una danza que imitara su vuelo. Tal cual. Nada de complicarse la vida: observaron, se movieron, y crearon historia. Cada paso que dan es una forma de decir “mira cómo me elevo”. Cada giro, un picado desde el cielo. Se mueven como aves de verdad. Pero esto no va solo de volar. Va de territorio, de identidad, de orgullo caribeño. Porque esta danza tiene narrativa: entran los pájaros, llegan los jardineros, aparece el cazador... y no te hago spoiler, pero ya sabes cómo suelen acabar las cosas cuando entra un tipo con escopeta. Ah, y los trajes… no son disfraces cualquiera sacados de una tienda de temporada. Son verdaderas obras de arte popular: alas enormes, máscaras, lentejuelas, plumas por todas partes. Un espectáculo que si no te emociona, es porque ya estás muerto por dentro. No es solo baile. Es un grito disfrazado de coreografía. Una celebración de la naturaleza convertida en tradición popular. Y sí, todo esto pasa en un carnaval. Pero no cualquier carnaval. Pasa en uno que ha sido declarado Patrimonio...
¿Sabías que hay danzas tradicionales que imitan el vuelo de los pájaros?

¿Sabías que hay danzas tradicionales que imitan el vuelo de los pájaros?

Mírate esto: un grupo de hombres disfrazados de aves, alas incluidas, bailando como si fueran a despegar del suelo. No, no es un videoclip surrealista. Es tradición. Y de las buenas. Barranquilla. Carnaval. Sudor, música y cuerpos que no paran quietos. Y en medio de todo eso, aparece “El Imperio de las Aves”. Una danza que, más que baile, es una coreografía salvaje de plumas, colores y memoria popular. ¿Y sabes qué? Empezó en los años 30, cuando dos amigos —Pedro Barreto y Pedro Berdugo— se inspiraron en los pájaros de su infancia para montar una danza que imitara su vuelo. Tal cual. Nada de complicarse la vida: observaron, se movieron, y crearon historia. Cada paso que dan es...

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