
Don Gaiferos
-Vámonos, dijo, mi tío,en París, esa ciudade,en figura de romeros,no nos conozca Galvane,que si Galván nos conocemandaría nos matar. Encima ropas de sedavistamos las de sayale,llevemos nuestras espadas,por más seguros andare,llevemos sendos bordones,por la gente asegurare. Ya se parten los romeros,ya se parten, ya se vane,de noche por los caminos,de día por los jarales. Andando por sus jornadasa París llegado hane;las puertas hallan cerradas,no hallan por dónde entrare. Siete vueltas la rodeanpor ver si podrán entrare,y al cabo de las ocho,un postigo van a hallare. Ellos que se vieron dentroempiezan a demandare:no preguntan por mesón,ni menos por hospitale,preguntan por los palaciosdonde la condesa estáe;y a las puertas del palacioallí van a demandare. Vieron estar la condesay empezaron de hablare:-Dios te salve, la condesa.-Los romeros, bien vengades.-Mandedes nos dar limosnapor honor de caridade. -Con Dios vades, los romeros,que no os puedo nada dare,que el conde me había mandadoa romeros no albergare. -Dadnos limosna, señora,que el conde no lo sabrae,así la den a Gaiferosen la tierra donde estáe. Así como oyó Gaiferos,comenzó de sospirare;mandábales dar del vinomandábales dar del pane. Ellos en aquesto estando,el conde llegado hae:-¿Qué es aquesto, la condesa?aquesto, ¿qué puede estare?¿no os tenía yo mandadoa romeros no albergare?Dijo y alzara su manopuñada le fuera a dare,que sus dientes menudicosen tierra los fuera a echare. Allí hablaran los romerosy empezáronle de hablare:-¡Por hacer bien la condesacierto no merece male!-Calledes...
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