
Aragón filarmónico: un hito en la historia de la charanga eterna

I
Hace muchos años, en un diario de La Habana, un comentarista de discos de música popular se sintió obligado a aclararlo: cuando escribía acerca de Aragón no era su intención mencionar a la comunidad autónoma española. No solamente para los cubanos, sino para melómanos de todas partes del mundo, decir Aragón es algo así como una leyenda musical viva y en plenitud. Resume, como única sobreviviente, la historia de la música popular de Cuba en los últimos ochenta y cinco años, contados desde que en 1939, en la ciudad de Cienfuegos, junto a la bahía de igual nombre, en el centro sur de la Isla, nació una orquesta que, con el tiempo, adoptó el apellido de su fundador, el contrabajista Orestes Aragón Cantero. Entonces, los seguidores de la Orquesta Aragón no son «aragoneses», sino «aragoneros». Y un inolvidable locutor cubano, Jesús López Gómez, los bautizó como «los aragones» y nos deseaba los buenos días cuando estaba por comenzar el programa. Decía: «¡Aragonísimos días, amigos…!»
Después de ocho decenios y medio, la Orquesta Aragón acaba de añadir un nuevo y sensacional lauro a todos y cada uno de los casi cien integrantes —en su mayoría, jóvenes— de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. El gran cantante puertorriqueño Andy Montañez dijo, en cierta ocasión: “Cantar y actuar con la Aragón es algo así como si te pusieran una medalla”. Por primera vez, quedó grabada la excepcional unión musical en un trabajo discográfico, nueva producción del sello El Cerrito Records. De esta manera, los aragoneros del planeta tendrán en sus colecciones, como joya preciada, el programa de aquel concierto celebrado en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en ocasión de un nuevo aniversario de Bogotá, la capital de Colombia.
II
En la historia de la Orquesta Aragón, este vínculo con el entorno de la «música académica» (por llamarla de algún modo), no es el primero.
Hace exactamente sesenta años, el maestro Rafael Lay Apezteguía (1927-1982), quien fuera director de la Aragón por más de treinta años, recibió en Moscú una inimaginable petición. Los profesores del Conservatorio Tchaikovski extendieron una invitación a la orquesta para actuar allí. Le explicaron a Lay que sería la primera vez que una orquesta popular brindaría un recital en la prestigiosa institución. Así lo recordaba el músico:
Igor Frólov, uno de los catedráticos del conservatorio, nos lo dijo con mucha sencillez. Yo le decía: «¿Ustedes están claros que es la Orquesta Aragón la que va a dar el recital?» «¡Sí, la Aragón! Fue un pedido de los profesores.» «Pero lo que hacemos nosotros es música popular…» «Sí, sí, esa música popular es la que queremos oír. Y queremos que los alumnos la oigan.» (Marrero, 2021: 222)
¡Increíble! Una orquesta de las que, en Cuba, llamamos charangas, con flauta, tres violines, violonchelo, contrabajo, piano, percusión y tres cantantes. ¡Sólo eso! Y nada menos que actuar ante los catedráticos de uno de los conservatorios más importantes del mundo.
Rafael Lay seleccionó un repertorio demostrativo de una parte importante de la música cubana: desde la obra del máximo exponente del danzón, Antonio María Romeu (1876-1955), pasando por el danzón de nuevo ritmo popularizado por la Orquesta Arcaño y sus Maravillas por los años 1940, antecedente directo del chachachá, aquel fenómeno de los 50, hasta llegar al ritmo de moda en la Cuba de los 60: el pacá, creación de Juanito Márquez. Al terminar el programa musical, los músicos aragoneros recibieron, en pleno, la congratulación de los famosos profesores del Tchaikovski.
Fue entonces cuando el director del conservatorio expresó: «la música de ustedes se puede llevar a sinfónica». (Marrero, 2021: 222)
¿Sería una premonición?
III
El concierto Aragón Filarmónico ofreció dos funciones, los días 3 y 4 de agosto de 2024. Como director invitado ocupó el estrado el maestro Manuel López-Gómez (singular coincidencia con aquel entusiasta hombre de la radio en Cuba).
Uno de los violinistas de la Aragón, Rafael Lay Jr., nieto del maestro e hijo del actual director, Rafael Lay Bravo —al frente de la orquesta desde hace más de cuarenta años—, explicó en las redes sociales:
Más de 80 músicos en tarima, un equipo de trabajo detrás de esto insuperable y el resultado final habla por sí solo.
Detrás de esta inmensa producción hay meses de trabajo, desde la confección de los arreglos por los maestros Joaquín Betancourt Jackmann y Roberto Valera, hasta el trabajo final de comunicación, marketing y difusión.
Doce páginas del gran repertorio de la Orquesta Aragón conforman la producción, tal y como los músicos cubanos y colombianos —¡cuánta unión puede conseguir la música! — las ejecutaron en el escenario bogotano. Abre con El paso de Encarnación, una guaracha de Pedro Aranzola. En pleno apogeo del alegre ritmo, un guiño al Buenavista Social Club, proyecto que lanzó a la fama aquello de El cuarto de Tula, muy cantado en la Isla en la década de 1960.
Una antiquísima guaracha de los 30 (grabada entonces, entre otros, por el gran Miguelito Valdés, conocido como Míster Babalú) fue revitalizada en la era del chachachá. En Cachita, del boricua Rafael Hernández, la Aragón puso lo suyo ¡y de qué manera!: crearon un coro final que, desde entonces, no falta en ninguna versión: Cachita está alborotá’… ahora baila el cha… chachá… Pero, por si esto fuera poco, el recuerdo de otro grande de las charangas cubanas, el violinista, compositor y director Félix Reina, al insertar su creación de Vuela, vuela la paloma.
En 1998, la Orquesta Aragón incluyó en el compacto titulado Quien sabe, sabe una pieza bailable titulada Yaye Boy, con canto solista por Juan Carlos Villegas. Se trata de una pegajosa melodía africana, grabada por primera vez hace más de medio siglo por el cantante senegalés Pape Seck, quien lo llevó a discos nuevamente en 1993, como integrante del proyecto musical Africando, compuesto por cantantes de Senegal y músicos salseros de Nueva York. Uno de sus promotores, por cierto, era conocido en Cuba: el cantante, flautista y arreglista Boncana Maiga, quien grabara un disco en La Habana al frente de su charanga Las Maravillas de Mali. El éxito internacional de Allá voy, por el boricua Marc Anthony, justifica que Yaye Boy se escuchara en el excepcional programa Aragón Filarmónico.
¿Lo demás? ¡Era de esperar!: Sabrosona, El trago, El bodeguero —el chachachá por excelencia— y Silencio, otra inspiración del gran Rafael de Puerto Rico, donde se reafirma que «después de la Aragón, nadie». También, Sube un poquito más, repertorio 70, Son al son y Aprende, muchacho (1981), y Quiéreme siempre, primero, y Pare, cochero, después, cierran con público de pie y cantando en inmenso coro las letras inolvidables. En medio del ritmo y el sabor, asomaron la rumba Tasca Tasca (Los Papines que se cansaron de viajar con sus tumbadoras por todo el mundo) y el viejo merengue dominicano Apágame la vela… ¡María!…
IV
Si tuvieras la ocasión de escuchar discos de música cubana grabados fuera de la Isla, es muy posible que descubras algo curioso en la ejecución orquestal: los instrumentistas, dignamente, hacen al pie de letra (mejor, al pie de nota) lo indicado en las partituras. Mucha técnica, pero, a decir verdad, poco sabor.
Leonardo Acosta, músico y musicólogo cubano, estuvo por medio año en la Orquesta Gigante de Benny Moré, el gran genio del canto popular. Se sabe que Benny, sin conocimiento técnico ni musical alguno, era capaz de dirigir su enorme banda, todo a partir de la intuición y un prodigioso oído musical. Al recordar esa etapa suya como saxofonista del bien llamado Bárbaro del Ritmo, Acosta explicaba que, como una especie de herencia familiar, siempre buscaba que cada nota, cada frase, cada pasaje debía sonar con la mayor perfección. Sin embargo, con Benny aprendió que, después de dominar toda la técnica, hay que olvidarla y aplicar lo que los músicos cubanos llaman sabor, yunfa, bomba… «Toca duro, bien duro, mulato. Si te equivocas, no importa…» (Acosta, 1993: 18)
Y ese sabor, esa bomba, brota a raudales de los atriles filarmónicos. Es posible imaginar a los integrantes de la orquesta, hijos de Colombia —verdadero repositorio del patrimonio musical cubano, doy fe de ello— siguiendo el arreglo escrito sin dejar de moverse de sus asientos; algunos, tal vez, tarareando o susurrando los versos tantas veces oídos ¡y bailados! Las orquestaciones de los maestros Valera y Betancourt no definen secciones específicas para «Aragones» y «filarmónicos». El título de la producción sonora no es casual. Era exactamente esa la intención: escribir para una gran orquesta de más de un centenar de miembros, a partir del sello Aragón.
¡Y qué decir del público! Delirio desde el mismo comienzo, cuando, tras la majestuosa introducción, se descubren los dos ramilletes, de siete notas cada uno, que marcan El paso de Encarnación. No faltaron las continuas exclamaciones al compás de Cachita, o ante los solos al piano de Orlando Pérez Landy. Ni la ovación provocada por los primeros acordes de El bodeguero y en el clímax musical de Sabrosona (¿quién dijo que no se puede hacer un guajeo con violines?) … Tampoco la apoteosis, esa misma algarabía de quienes bailan o escuchan, cuando, para cerrar todas sus presentaciones, la Aragón hace su irrepetible Pare, cochero, donde no falta el piano que recuerda, ¡otra vez!, a Rafael Hernández… porque tú sabes que, sin ti, / la vida es nada para mí. / tú bien lo sabes, capullito de alelí…
EPÍLOGO ARAGONERO
Muchos pensamos en la caída de la orquesta, cuando el flautista mayor, Richard Egües, decidió seguir otros rumbos musicales, poco después de que un accidente automovilístico tronchara la vida del maestro Rafael Lay. Al director de tantos años, le siguió su hijo Rafael Lay Bravo, quien ha sido el gran timonel de la orquesta por larguísimos cuarenta años.
Lay Apezteguía siempre luchó por la permanencia de la Aragón. Y fue muy previsor: tenía en cartera el nombre de René Lorente para suplir, si fuera necesario, al gran Richard. Reafirmo mi convicción de que fue el quehacer del maestro Lorente demostración de que sí era posible la inmortalidad de la orquesta. Cabe aquí, pues, su opinión más que autorizada:
En un futuro, si no existiera Aragón dentro de un siglo o dos siglos, se va a tocar Aragón en plazas, como se toca hoy a Beethoven o a Mozart. (…)
La Aragón ha sido una orquesta que ha renovado, ha creado y ha hecho un sonido especial, espectacular y diferente (…) ¡Eso no morirá nunca! Es una escuela para toda la vida, que debe estar en todos los conservatorios y en la música más alta que se pueda estudiar. (Marrero, 2021: 322)
Aragón Filarmónico ya está disponible en todas las plataformas digitales. Estoy seguro: no solamente marca un hito en la historia de La Reina de las Charangas. Es la confirmación de que, como alguien dijera, la orquesta se constituye como La Bandera Musical de Cuba.
Y de que, como expresara aquel director del Conservatorio Tchaikovski hace exactamente sesenta años, «la música de ustedes se puede llevar a sinfónica».
He aquí la muestra de ello. Te invito a disfrutarla…
Aquí puedes ampliar…
- Acosta, Leonardo: Elige tú, que canto yo. La Habana: Letras Cubanas, 1993.
- Te propongo una nueva edición ampliada de un texto de mi autoría, dedicado a la orquesta: Marrero, Gaspar: La Reina de las Charangas. La Orquesta Aragón. Miami: Unos&Otros Ediciones, 2021. Puedes comprar el libro: aquí
- El siguiente material audiovisual describe, en sólo minutos, la historia completa de la página musical titulada Yaye Boy, desde su primera grabación y todas sus versiones posteriores, incluida la aquí citada de la Orquesta Aragón:Rosales Gerardo: Pa’ llá voy – La verdadera historia – Marc Anthony Hit. Video. Gerardo Rosales. Música Oficial, 2023, Visualizar aquí [Consulta: 27 mayo 2025]